El cine alemán, más que una foto fija

¿Cómo analizar el estado de la cinematografía de un país? Es tan difícil como sacar una radiografía de un ser humano para definir si está sano o no. Toda situación artística y comercial (y la realidad de una industria audiovisual se define en ambos terrenos) excede el marco de una “foto fija” porque es un proceso fluctuante, en constante evolución (o involución). Por lo tanto, ¿qué define el éxito o fracaso de las películas de un mismo origen? ¿Las frías estadísticas de espectadores? ¿Los muchas veces caprichosos premios en los festivales? ¿Las ventas al exterior?

Si hay algo que permite sostener que el cine alemán merece ser considerado como exitoso o importante es la riqueza y diversidad de su oferta, y su alcance internacional con directores tan disímiles entre sí como Fatih Akin, Oliver Hirschbiegel, Doris Dörrie, Werner Herzog, Wim Wenders o los jóvenes que han hecho de la Escuela de Berlín uno de los movimientos estéticos más aclamados en las principales muestras del mundo.

Los números también le sonríen al cine alemán: durante el primer semestre de 2010, la recaudación en las salas -gracias al boom del 3D- aumentó un 5 por ciento y alcanzó los 443 millones de euros. Los films locales consiguieron una cuota de mercado superior al 20 por ciento (con un total de 12 millones de espectadores), gracias a dos grandes éxitos: Soul Kitchen, del mencionado Akin; y Friendship!, comedia de Markus Goller sobre las desventuras de un joven de la ex Alemania del Este que viaja a San Francisco en busca de su padre, que forma parte de la oferta de la muestra porteña de este año.

Precisamente, que el Festival de Cine Alemán alcance en 2010 su décima edición consecutiva es otro ejemplo contundente del interés que muchas de sus películas despiertan en el exterior, así como de una legítima y sostenida política germana para promocionar los mejores films fuera de sus fronteras.

Como siempre, la muestra elige para su apertura un título que llega con buenas dosis de polémica, audacia y elogios encima. La Extraña (Die Fremde) es el primer largometraje de ficción de Feo Aladag, que se inicio como actriz y posteriormente dirigido comerciales y escrito giuones. Se inspiró en un hecho (el crimen de una joven veinteañera de origen turco) que conmovió a la sociedad alemana en febrero de 2005. Si bien este film -que arrasó con los premios en el último Festival de Tribeca- tiene un desenlace diferente al del caso real, expone en toda su dimensión el machismo, el fanatismo musulmán, la explotación de la mujer y las cada vez más fuertes contradicciones entre aquellos que emigran y sus familiares que deciden quedarse en el país de origen. Para seguir, la notable actuación de Sibel Kekilli en el papel protagónico.

La extraña, por supuesto, no es el único plato fuerte de la programación de este año. Entre los muy diversos títulos, aparece Llega el día (Es kommt der Tag), otra opera prima dirigida y escrita por una mujer, Susanne Schneider, que es guionista y apenas tiene un telefilm previo. En su film aborda un tema arduo, complejo y provocativo: tres décadas después de haber dado a su hija en adopción para unirse a un grupo terrorista clandestino, una mujer vive en un viñedo con una nueva familia y una identidad cambiada. Pero su ahora adulta hija la seguirá hasta allí para confrontarla.

Además de Llega el día –premiada en el Festival de Tesalónica-, se podrán ver en la nueva sede del Hoyts de Abasto un film recientemente estrenado en la Quincena de Realizadores de Cannes (Picco, de Philip Koch) y un elogiado documental (Kinshasa Symphony, de Claus Wischmann y Martin Baer, sobre la vida en una de las zonas más caóticas del mundo como es la capital de la República Democrática del Congo y la pasión de su gente por la música), entre muchas otras propuestas. Todo esta listo, entonces, para un nuevo banquete de películas alemanas, un ritual que cada septiembre -desde hace ya una década- se repite para satisfacción de los cinéfilos argentinos.   

      

DIEGO BATLLE
Director, OtrosCines.com
Diario La Nación

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