UN GRAN FESTIN CON MANJARES CLASICOS Y MODERNOS

El expresionismo de los años ’20 y sus gemas; Murnau, Fritz Lang. El éxodo de grandes directores a Hollywood durante el nazismo. El Nuevo Cine Alemán en los '60 y '70: Schlöndorff, Straub, Kluge, Herzog, Wenders. La muerte de Fassbinder, en 1982, clausurando aquel apogeo. Y el renacimiento cinéfilo, desde finales del siglo XX, con Alemania unificada: películas de autor, muchas de la Escuela de Berlín, en los grandes festivales; películas de la creciente industria, en los duros mercados mundiales.

La globalización avanza; la hegemonía hollywoodense se mantiene. El 11° Festival de Cine Alemán nos invita, como los anteriores, a descubrir la actualidad -el resultado de la historia- de una cinematografía vasta, múltiple, valiosa. En ediciones anteriores, el público argentino se anticipó al éxito masivo de Good Bye, Lenin!, Los edukadores, La vida de los otros, La caída o La ola. Apenas un puñado de contundentes ejemplos.

Bienvenidos a Almanya, de Yasemin Samdereli, es una mirada novedosa sobre un tópico transitado en Alemania: la inmigración. Pensemos en el cine de Fatih Akin. Pero Samdereli opta por una cálida comedia dramática, una road movie de doble mano, sobre una familia turca que llega a Alemania y que, mucho después, regresa a su país. La otra representante de esta temática es el drama El color del océano, de Maggie Peren.

El pasado bélico, o, en realidad, la sombra de ese pasado bélico, que oscureció gran parte del siglo XX, es abordado en dos filmes: Los diarios de Poll, de Chris Kraus (Cuatro minutos), y Quién, sino nosotros, debut ficcional del documentalista Andres Veiel. El primero transcurre poco antes de la Primera Guerra: su atmósfera, cargada de presagios ominosos, nos remite a La cinta blanca, de Michael Haneke. El segundo comienza tras la Segunda Guerra y nos arrastra, con vigor y pasión, por los ’60. No es raro que esta historia de amor, de locura y de muerte, en torno de la RAF, guerrilla de izquierda, haya ganado el premio Alfred Bauer en el Festival de Berlín.

El drama El día que no nací, de Florian Cossen, asombrará al espectador argentino. No porque transcurra en Buenos Aires o se centre en el robo de bebés durante la dictadura. Sino porque se abstiene de los clichés “turísticos”. Algo infrecuente: una producción, lograda, en la que los personajes de distintos países están justificados. Beatriz Spelzini obtuvo el premio a mejor actriz de reparto en los Deutscher Filmpreis, más conocidos como Lola, por su labor realizada en esta película.

Tom Tykwer (Corre Lola, corre, Perfume: La historia de un asesino) ganó el último Lola al mejor director por Tres. Este film es una comedia de la angustia, ácida y catártica, que nos envuelve con su estilo inasible, ecléctico, osado, como sus protagonistas: una pareja madura y un amante que ambos miembros de la pareja comparten sin saberlo.

Otras películas osadas, menos por su estética o su narrativa que por el abordaje temático, son dos óperas primas de realizadoras jóvenes. Romeos, de Sabine Berardi, es iniciática y se centra en una chica transexual marginada en un ambiente homosexual. Colores en la oscuridad, de Sophie Heldman, nada menos que con Bruno Ganz y Senta Berger, es terminal. Sus temas son la vejez, la enfermedad y la muerte voluntaria.

Goethe!, por último, no es una biopic. Se acerca a un genio durante su juventud, a través de una mirada nada solemne. Ideal para los que hayan disfrutado Amadeus o Shakespeare enamorado.

Desde Next Generation Short Tiger 2011, cortometrajes premiados de las mayores promesas del cine alemán, hasta La maravillosa mentira de Nina Petrowna, de Hanns Schwarz. Desde 9 vidas, riesgoso documental elogiado en el BAFICI, hasta Pina, magistral homenaje a Pina Bausch que Wim Wenders rodó en 3D. Estamos ante un festival minuciosamente amplio, podríamos hablar, también, de un gran festín, con manjares clásicos y modernos.

Miguel Frías
Diario Clarín