Celebración y Resistencia

Más allá de que se estrenen películas diversas con pequeños lanzamientos, el consumo cinematográfico está cada vez más concentrado en pocos títulos. Más allá de que haya películas de distintos orígenes, el idioma que se escucha mayormente en el cine ya ni siquiera podemos decir que sea el inglés, porque el doblaje gana lugares a pasos agigantados. En este contexto, una nueva edición de un festival afianzado como el de cine alemán, con regularidad en su sede, en su fecha y en su éxito, es una excelente noticia. Un festival de un cine de un país de los que han dejado su sello fundamental, insoslayable, en la historia de este arte. Un cine de un país del que cualquier cinéfilo puede nombrar grandes directores, un cine que -como casi todos los cines el mundo- no circula en salas de estreno tanto como nos gustaría a quienes creemos firmemente en que el acceso a la diversidad es esencial para la riqueza cultural. Esta decimosexta edición del Festival de Cine Alemán es, además, una buena noticia con creces, porque esa variedad a la que aporta en el panorama de oferta cinematográfica es replicada en su programación.

Maren Ade, cuyas dos primeras películas se exhibieron y fueron premiadas en el Bafici, revolucionó y entusiasmó a críticos y compradores este año en Cannes con Toni Erdmann. Y, a pocos meses de su estreno mundial en Cannes, y apenas unas semanas después de estrenarse con éxito en Alemania y Austria -y han comenzado los rumores de su pre-candidatura al Oscar- estará en el Festival de Cine Alemán. En el menú también aparecen las recientes películas de directores que reconocemos y que han tenido previamente estrenos locales como Doris Dörrie, de quien se podrá ver Fukushima Mon Amour  y Wolfgang Becker, el director de Good Bye, Lenin!, con Yo y Kaminski. Y esto es apenas la punta del iceberg, porque hay mucho más, personajes singulares como un ex campeón de boxeo de la RDA en Herbert y una señora de sesenta años que quiere ser madre en Mi vida a los sesenta. Y un largometraje intrigante y climático como Salvaje de Nicolette Krebitz. Y una especulación polémica como Ha vuelto de David Wnendt, en la que Adolf Hitler vuelve a la vida en 2014, basada en el best seller de Timur Vermes. Este acceso privilegiado -porque esos son los festivales, además de lugares de encuentro- presente del cine alemán permite recorrer otros senderos: en cortometrajes con Next Generation Short Tigers, en un compacto y vibrante programa como el de La Movida Berlinesa, e incluso en una película para compartir con los niños. Pero este festival del presente no estaría completo sin la presencia de algunos de los grandes nombres históricos del cine alemán, y en ese sentido la propuesta es doble. Por un lado, un documental actual sobre la obra del cada vez más gigante Rainer Werner Fassbinder: Fassbinder de Annekatrin Hendel. Y el evento de Las tres luces de Fritz Lang, musicalizada por Cue Trio. La fiesta del cine alemán está dispuesta, y es una fiesta con la variedad y los atractivos necesarios para llamar una vez más la atención sobre la monocromía de la cartelera. Otra vez un festival, sin negar sus dimensiones festivas y placenteras, es llamado a ser un espacio de resistencia cinematográfica.

 

Javier Porta Fouz

Crítico de cine

Director artístico del Bafici, curador de Qubit.tv