WILLKOMMEN, ESPÍRITUS INQUIETOS

Dentro del mundo de las expresiones artísticas, probablemente sea difícil encontrar un acuerdo más perfecto que el del cine con la platea. Una premisa que parte del deseo de un director de contar una historia y de nuestro deseo como espectadores de sentarnos un rato a que nos la cuenten. Y cuanto más nos conectamos con esas propuestas, más crece la avidez por profundizar la experiencia. Huelga decir que ir al cine es embarcarse en un viaje que se va resignificando con el tiempo y, sin dudas, es un recorrido que necesitamos volver a hacer de tanto en tanto. Como quien regresa a su lugar preferido de vacaciones. El Festival de Cine Alemán cumple diecinueve años y para nosotros, amantes del cine, se ha convertido en un clásico dada la gigantesca cantidad de obras inolvidables presentadas aquí y que hoy forman parte de nuestra identidad cinéfila. Es una vía privilegiada hacia la cultura teutónica que acaso nos pone durante unas horas en el papel de turistas ocasionales, no sólo de la historia, sino también de un presente en el cual los realizadores pintan su aldea de inquietudes en busca de su particular visión del mundo.

 

Año a año, hemos visto aquí algunos de los filmes que han trascendido sus propias fronteras y han logrado notables reconocimientos en los principales eventos cinematográficos mundiales, desde Cannes y Venecia a Mar del Plata e incluso al Óscar. También nos ha permitido descubrir nuevos directores y directoras de enorme poderío visual y analítico de nuestro tiempo. Si en el siglo XX vivimos el expresionismo y luego el surgimiento del nuevo cine alemán de pos guerra, en este milenio, sin dudas, la primera etapa estará signada por la capacidad reflexiva entre la historia reciente y sus consecuencias en un presente que nos interpela. Así lo demuestra la selección de este año.

 

La apertura será con Trautmann (de reciente paso por el Festival de Hamburgo), la historia real de un deportista descubierto casi de casualidad en un campo de prisioneros británico apenas terminada la guerra. Habrá que hacer lugar para ver, entre otras, En mi habitación, lo último de Ulrich Köhler (ganador del Oso de Plata en 2011) que aborda el tema de la soledad a partir de un futuro alternativo. Con Ese niño necesita aire fresco, la película alemana más taquillera de 2018, nos reencontraremos con la sensibilidad de Caroline Link, casi siempre enfocada en el universo de la infancia, que nos trae la niñez de uno de los cómicos más destacados de Alemania. Llega la proyección de Nunca apartes la mirada, la representante germana en el Óscar de este año. Atención con Sólo una mujer. Sherry Hormann vuelve sobre la temática de la desigualdad y la violencia de género como en aquella Desert Flower de 2009. Andreas Dresen dirá presente con Gundermann (Ganadora del Premio del Cine Alemán 2019 a Mejor Director), que cuenta la historia del músico de culto que jugaba a dos puntas durante la Guerra Fría. Dos óperas primas tendremos de la mano de Lucia Chiarla y Erik Schmitt con El juego de la silla y Cleo respectivamente. Imperdible el documental Espíritu Bauhaus – 100 años, que nos acerca al mundo del diseño que cambió la historia de la arquitectura. Todo esto es sólo parte de lo que hay por descubrir hasta el día del nostálgico cierre a cargo del genial Ernst Lubitsch con su centenario clásico, La muñeca (1919).

 

Entre tanta parafernalia industrial y recordando que el cine es mucho más que un incesante desfile de juguetes y superhéroes, es bueno dejarnos llevar por ese inquieto espíritu de cinéfilos. Vale la pena porque el Festival de Cine Alemán está vivo y exultante. Bienvenidos.

 

Iván Steinhardt

Actor.

Especialista en cine y teatro, Radio Continental.

WILLKOMMEN, ESPÍRITUS INQUIETOS

Dentro del mundo de las expresiones artísticas, probablemente sea difícil encontrar un acuerdo más perfecto que el del cine con la platea. Una premisa que parte del deseo de un director de contar una historia y de nuestro deseo como espectadores de sentarnos un rato a que nos la cuenten. Y cuanto más nos conectamos con esas propuestas, más crece la avidez por profundizar la experiencia. Huelga decir que ir al cine es embarcarse en un viaje que se va resignificando con el tiempo y, sin dudas, es un recorrido que necesitamos volver a hacer de tanto en tanto. Como quien regresa a su lugar preferido de vacaciones. El Festival de Cine Alemán cumple diecinueve años y para nosotros, amantes del cine, se ha convertido en un clásico dada la gigantesca cantidad de obras inolvidables presentadas aquí y que hoy forman parte de nuestra identidad cinéfila. Es una vía privilegiada hacia la cultura teutónica que acaso nos pone durante unas horas en el papel de turistas ocasionales, no sólo de la historia, sino también de un presente en el cual los realizadores pintan su aldea de inquietudes en busca de su particular visión del mundo.

 

Año a año, hemos visto aquí algunos de los filmes que han trascendido sus propias fronteras y han logrado notables reconocimientos en los principales eventos cinematográficos mundiales, desde Cannes y Venecia a Mar del Plata e incluso al Óscar. También nos ha permitido descubrir nuevos directores y directoras de enorme poderío visual y analítico de nuestro tiempo. Si en el siglo XX vivimos el expresionismo y luego el surgimiento del nuevo cine alemán de pos guerra, en este milenio, sin dudas, la primera etapa estará signada por la capacidad reflexiva entre la historia reciente y sus consecuencias en un presente que nos interpela. Así lo demuestra la selección de este año.

 

La apertura será con Trautmann (de reciente paso por el Festival de Hamburgo), la historia real de un deportista descubierto casi de casualidad en un campo de prisioneros británico apenas terminada la guerra. Habrá que hacer lugar para ver, entre otras, En mi habitación, lo último de Ulrich Köhler (ganador del Oso de Plata en 2011) que aborda el tema de la soledad a partir de un futuro alternativo. Con Ese niño necesita aire fresco, la película alemana más taquillera de 2018, nos reencontraremos con la sensibilidad de Caroline Link, casi siempre enfocada en el universo de la infancia, que nos trae la niñez de uno de los cómicos más destacados de Alemania. Llega la proyección de Nunca apartes la mirada, la representante germana en el Óscar de este año. Atención con Sólo una mujer. Sherry Hormann vuelve sobre la temática de la desigualdad y la violencia de género como en aquella Desert Flower de 2009. Andreas Dresen dirá presente con Gundermann (Ganadora del Premio del Cine Alemán 2019 a Mejor Director), que cuenta la historia del músico de culto que jugaba a dos puntas durante la Guerra Fría. Dos óperas primas tendremos de la mano de Lucia Chiarla y Erik Schmitt con El juego de la silla y Cleo respectivamente. Imperdible el documental Espíritu Bauhaus – 100 años, que nos acerca al mundo del diseño que cambió la historia de la arquitectura. Todo esto es sólo parte de lo que hay por descubrir hasta el día del nostálgico cierre a cargo del genial Ernst Lubitsch con su centenario clásico, La muñeca (1919).

 

Entre tanta parafernalia industrial y recordando que el cine es mucho más que un incesante desfile de juguetes y superhéroes, es bueno dejarnos llevar por ese inquieto espíritu de cinéfilos. Vale la pena porque el Festival de Cine Alemán está vivo y exultante. Bienvenidos.

 

Iván Steinhardt

Actor.

Especialista en cine y teatro, Radio Continental.